Con el soporte de su experiencia como psicoanalista, Kristeva plantea y define su propósito intelectual: la alternativa al "nuevo orden mundial" se basa en la reactivación del "espíritu de revuelta". Con expresividad cercana a lo poético y autobiográfico, Kristeva no tan sólo analiza la significación de la revuelta en la sociedad actual, también se subleva contra la desaparición de un componente esencial de la cultura europea: una cultura de duda y de crítica con alcance moral y estético. Problemas aguijadores de nuestro tiempo que no impiden a la autora referirse con extremado dinamismo a términos como la dignidad, la utopía, la sexualidad o el arte.

El autor propone y documenta la tesis de que el sistema de valores europeo está siendo sustituido en la actualidad por un universo de ideologías, prácticas, morales, simulaciones y condiciones de producción y comunicación en contradicción aguda con el pasado, y que ello no se debe a los cambios naturales de la sociedad propios del transcurrir del tiempo y del sucederse de las generaciones, sino que el cambio tiene su origen en el seno mismo de Europa y se manifiesta en las artes, los circuitos de distribución y comercialización de la industria cultural, la ideología del simulacro mediático como punto principal de referencia, la variedad vana de lo mismo, el reemplazo de la ética por las cómodas morales del relativismo cultural, el modo de pensar binario, ahistórico, y la desmaterialización del mundo en aras del carrusel de la representación.