En arte la sinécdoque que identifica el cuerpo desnudo con la idea del cuerpo en términos absolutos ha sido ampliamente difundida por artistas y estudiosos a lo largo de la historia, y algunos críticos, como Berenson o Clark, no dudan en afirmar que el desnudo no sólo es el tema fundamental del arte, sino que incluso es una forma de arte. En este texto, en el que se desgranan las conexiones entre arte y publicidad, veremos cómo se construyen los ideales de belleza en ambas disciplinas y cómo los aplicada una de ellas. También se analizan las visiones más frecuentes de la mujer tanto en publicidad como en arte, y cómo aquélla necesita del conocimiento profundo de ésta.

Desde las figuras de Piero della Francesca o Vermeer de Delft, esas presencias incorpóreas, hasta la atención actual a los cuerpos, el dolor físico y la carne cadaverizada, el agusanamiento o la podredumbre, las magulladuras y las heridas, la sangre o el semen, la orina, el vómito o los excrementos, se revisa una actividad estética que, después de privilegiar la pureza formal de las cosas, sufre una larga alteración ideológica cuya radicalización final la sitúa en un paraje de incertidumbres donde los signos son suplantados por las cosas, la imagen de los cuerpos, por los propios cuerpos, o la referencia a la materia, por la materia misma.

Concebida como una especie de eco formal de las instalaciones descritas por Raymond Roussel en su "Locus solus", la obra trata de temas como el cuerpo ideal, el desnudo, el cuerpo en movimiento, la piel pintada o tatuada, la vejación, el sufrimiento, transparencias y fragmentaciones corporales, la huella del cuerpo, la ropa, las lágrimas, el cuerpo en el espejo, el sexo, etc., es decir, traza un mapa, casi completo, del cuerpo en el arte actual.