El autor pone diferentes obras de arte y de literatura vanguardistas en conexión con sus predecesoras, reflexionando acerca de la metáfora, la poética surrealista, los tópicos de ciertos autores contemporáneos, la pintura, el monólogo interior, la percepción visual y el formalismo, para intentar comprender qué piezas se mueven en el engranaje de la expresión cuando se pasa de un estilo a otro, qué relaciones se dan entre las diferentes corrientes artísticas y qué ascendiente ejerció sobre ellas la fantasía y la nostalgia de un lenguaje original.

El libro realiza una historia crítica de la Historia del arte contemporáneo a partir del final de la guerra mundial. El primer capítulo se centra en la historia del arte en los Estados Unidos, nuevo centro de las artes de vanguardia. El segundo se centra en los debates en torno al concepto de representación (con examen de la crítica y las prácticas artísticas existentes). Y el tercero analiza la historia del arte moderno en su generalización en todo el mundo (minimalismo, land art, arte conceptual, entre otros).

Ensayo sobre la experiencia corporal en la época posmoderna, en la que la multiplicación y propagación de los mass media ha generado una situación de ubicuidad del cuerpo, de exposición pública permanente de lo corporal, una época en que la producción y circulación de significado tiende a la desmaterialización y en la que las nuevas técnicas de representación aspiran a tornar la tridimensionalidad concreta de la realidad en la bidimensionalidad de lo virtual.

Land Art no es cualquier escultura al aire libre. Es un movimiento casi genuinamente americano. Sus artistas se hicieron eco de los nuevos conceptos espacio-temporales divulgados por la ciencia ficción con motivo de los primeros viajes espaciales a la Luna. Nacido en un contexto político conservador, este movimiento utilizó la naturaleza como un escenario artístico donde debatir los movimientos sociales a finales de los años sesenta.

Siguiendo la divisa vanguardista de que el arte debe cambiar la vida, toda una serie de prácticas artísticas ha constelado el arte moderno como el envés de la trama de un formalismo consistente con la ideología dominante. En la segunda mitad del siglo estas tramas fueron desactivadas por los mecanismos de la institución artística y, al mismo tiempo, las ideologías políticas marxistas que las alimentaban decayeron ante los nuevos conflictos. Así el compromiso del arte asumió la defensa de reivindicaciones diversas: ecologistas, colectivos marginados, la crítica a los medios de comunicación y los mecanismos de participación democrática. Este libro recorre los episodios más destacados de este proceso, así como la proyección de dichos aspectos en el naciente arte del siglo XXI.

En el enfoque de este estudio de la diversidad del arte, la autora ha elegido una táctica de choque, comenzando por el mundo artístico actual, dominado por obras que hablan de sexo o de sacrilegio, hechas con sangre, animales muertos e incluso orina y heces, para después hacernos recorrer hacia atrás la historia del arte. También pretende explicar por qué se valora el arte, teniendo en cuenta cuánta gente paga por tenerlo y coleccionarlo; quiénes son los artistas, qué es lo que hace que sean tan especiales; y termina preguntándose lo que nos espera en el arte del siglo XXI, en la era de Internet.

A medio camino entre el manual de consulta y el ensayo teórico, El siglo XX aborda el estudio del arte -más que de los artistas- de dicho siglo y, en muchos casos, de las interpretaciones críticas que sobre él se han producido, evitando caer en el enfoque monodimensional de muchos estudios sobre este período, demasiado simplistas y distorsionados.